8 sept 2012

Estacionalmente hablando

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Cada año, a partir de mediados del otoño, muchos criadores realizan tactos a sus rodeos y venden los vientres que no fueron preñados. Esto aumenta de gran manera la cantidad de vacas en oferta y genera una reducción en el precio, casi siempre, o al menos una reducción respecto de las demás categorías. Esta reducción de precios suele alcanzar su máxima intensidad hacia el invierno y revertirse con la llegada de la primavera. Para esta altura del año ya la mayoría de la vaca vacía se ha vendido.
En este movimiento de precios estacional, la vaca suele arrastrar la cotización de la categoría novillos. Una explicación de esto es que la mayoría de los consumidores del segmento de menores ingresos no diferencian entre los cortes provenientes de un novillo pesado y los de una vaca gorda. De este modo, las relaciones entre los precios promedio de los novillos y las vacas gordas suelen variar entre los mínimos del invierno y los máximos de la primavera en un rango que va de los 1,8 kilos de vaca para comprar un kilo de novillo en invierno a los 1,3 en primavera. El 1,3 es el valor límite a pagar por una vaca que rendirá al gancho mucho menos que un novillo y el 1,8 el valor en el cual el novillo está tan caro que los clientes sólo pueden aspirar a comprar vaca.
Si bien es mucho más estable, también existe un relación entre la cotización del novillo con la del ternero gordo. En este caso, el ternero tiende a ser constante y el novillo a moverse tal como lo hace el precio de la vaca. De este modo, la relación de precios suele encontrarse entre 1,3 kilos de novillo para comprar uno de ternero en invierno y 1,05 a 1 en primavera/verano.
En caso de los terneros gordos, existe otro fenómeno estacional más nuevo; la salida de la hacienda de feedlot, que se produce comúnmente a fines del invierno o comienzo de primavera y determina una relativa abundancia de terneros, vaquillonas y novillitos en el mercado.
Las cotizaciones de la vaca vienen aumentando desde principios de julio y los novillos bajando desde abril, y hacen falta 1,4 kilos de vaca para comprar uno de novillo. En este sentido, queda todavía margen para que se mantengan ambas tendencias antes que la escasez de vaca haga de sostén al precio del novillo. El ternero gordo también mantiene una tendencia bajista en sus cotizaciones desde comienzos del otoño y hacen falta  1,18 kilos de novillo para comprar uno de ternero.
En este caso, queda mucho más margen para que la diferencia de precios se achique hacia el verano.
Un indicador del estado de la demanda fue lo ocurrido con el mercado de Liniers la semana pasada. Las lluvias caídas en la provincia de Buenos Aires y de tener una operatoria con menos días de los habituales por el feriado del lunes, determinaron ingresos menores a los que se venían registrando en las semanas previas. Se negociaron 18 mil cabezas versus un promedio de 26 mil en las 10 semanas precedentes.
Estos menores ingresos sólo repercutieron en mejores precios para las vacas, que cerraron en promedio a $ 6 por kilo y los toros a 7,3. Los novillos a $ 8,37 por kilo, novillitos a 9,2 y terneros a 9,86 mantuvieron la tendencia bajista de las semanas precedentes.
Resulta lógico sospechar que los magros precios que están recibiendo los engordadores no se deben ni a fenómenos estacionales, ni a la alta oferta, sino a un paulatino desmejoramiento en el poder de compra de los consumidores. Contra eso no hay nada que el productor pueda hacer de momento, salvo revisar sus costos y prepararse para ese escenario descrito

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