23 feb 2013

Las listas de precios y el asado del 2015

Originalmente publicado en : Politica Diagonal

… y así fue que alguien del equipo económico del ejecutivo nacional se dijo: el 10% de inflación que miente mensualmente el INDEC (para pagar más barato el ajuste de los bonos por CER) es medio mucho.
Quizás haya sido porque Dilma do Brasil considera atacar su 5% (más o menos bien medido) de inflación bajando el IVA.
Como la sola idea de bajar impuestos podría generar olas de ACVs entre nuestros políticos, se buscó una solución histórica. Más precisamente, en los libros de historia: “acuerdos de precios”.
Aquellos que peinamos canas (y nos alegramos de poder hacerlo antes que habernos quedado pelados) tenemos al menos una mínima experiencia en las listas de precios alfonsinistas. De ellas aprendimos que precio es la cantidad de guita con la que se marca la mercadería (y que las primeras cosas que desaparecen con las listas de precios suelen ser el azúcar y el aceite).
En lo particular, quienes nos ocupamos de la producción de carne tenemos un recuerdo más fresco de las listas de precios: entre fines de 2006 y mediados de 2009 hubo listas de precios máximos en el mercado de hacienda de Liniers.
A diferencia de los supermercados, el productor no puede dejar de vender más que por un periodo corto. Primero, porque seguir alimentando un animal para que siga ganando kilos hace que vaya bajando su precio por kilo. O sea que no venderlo una vez que está gordo, afectará el resultado económico de manera negativa. Segundo, porque el productor, en general, es un seco que vive al día o un poco mejor… pero no mucho.
Básicamente: oligarquía vacuna era la de antes. Actualmente, el 88% de los productores tiene menos de 500 cabezas. Para poner en perspectiva el número: los manuales de administración agropecuaria con los que estudiamos indican que un empleado mensual se ocupa cada 500 cabezas. O sea, que el productor trabaja él mismo o se dedica a otra cosa. En cualquier caso, estamos hablando de PyMes más tirando a P que a M. 
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Cantidad de productores clasificados de acuerdo a la cantidad de cabezas bovinas que poseen. Fuente: SeNaSA.
Según desde donde se miren los hechos, se puede considerar que la merma en el stock ganadero argentino se debe en mayor o menor medida a esta intervención en el mercado.
Claro que existen otras explicaciones. Por ejemplo, que la soja desplazó a la ganadería. Esta explicación antisojera tiene un problema: en los últimos 10 años el stock ganadero y el área cosechada con soja crecieron a la par desde 2002 hasta 2007 y bajaron juntos en 2008, para volver a crecer juntos en 2012.
Otro punto de vista es la sequía. La sequía de 2008 fue la peor de la historia. Eso podría explicar la merma en el rodeo nacional… si no fuera porque en 2011 tuvimos la 2da peor sequía de la historia y los datos preliminares del SeNaSA indican que el rodeo creció ese año.
Por lo antedicho, sospecho que si bien los factores “soja” y “sequía” tiene algo que ver en la cuestión, por si solos no bastan para explicar el hecho. 
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Área cosechada de soja y cantidad de cabezas bovinas (Stock). Fuente AACREA
Llegados a este punto sería interesante ver como fue cambiando el precio de la hacienda en pie durante ese periodo. El problema es que con un 20% de inflación, usar precios en moneda corriente no indica nada. Sería bueno ajustar los precios por un índice de inflación, si existiera uno en el que se pudiera confiar. De última, podríamos convertirlo en dólares, pero a los precios del último año no sabría si tomar el oficial, el blue, el cable o un mix de los 3.
Como esto de vivir con inflación no es nada novedoso, podemos usar la relación insumo-producto. Para no hacer demasiado largo el análisis, solo tomo una de esas relaciones: gasoil/novillo: novillo, porque es el producto final principal de la actividad ganadera; gasoil, por varias razones. Una, porque si bien no es el insumo más importante, en todos los esquemas productivos está presente siempre y sin él no es posible la actividad. Tenga en cuenta el amable lector que acá, en el campo, no hay transporte público de pasajeros y que los caminos rurales no son aptos para autos pequeños (muchísimo menos si llueve). Por ello sin una camioneta no podés dedicarte a la ganadería.
Otra razón para usar el precio del gasoil es  porque afecta el precio de los fletes tanto de lo que se vende como de lo que se compra. Como las distancias son grandes (30/100 km en el mejor de los casos.) la tarifa suele generar montos abultados. Ni hablar de los que producen terneros en Formosa, los invernan en Máximo Paz y los venden a un frigorífico en Pontevedra, por citar solo un ejemplo.
Finalmente, porque el precio del gasoil, por intermedio de los fletes, afecta los precios de todos los insumos. O sea, que cuando sube el gasoil suben los precios de todo. Desde la verdura, hasta el glifosato. 
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Stock bovino y relación precio del kilo de novillo expresado en litros de gasoil. Cálculos propios en base a datos de AACREA.
 En los últimos años la relación entre el precio del novillo definió 3 etapas:
La primera, entre 2002 y 2007, en torno a 1,5. En ella el rodeo crecía constantemente.
La segunda entre 2007 y 2010, por debajo de 1,5. En ella se produce la reducción del stock bovino.
Y la tercera, de 2010 a 2012, por arriba de 1,5. En ella se frena la liquidación y comienza la recuperación.
 Ahora sí, agreguemos el efecto sequía. Si consideramos que durante una sequía la producción de pasto se reduce, y que esto eleva los volúmenes de insumos necesarios, vemos que coincide con la peor época (2008) en relación a la capacidad de compra del productor. Resumiendo: cuando más falta hacía tener guita, menos valía el novillo.
¿Donde entra la soja en esto? La soja solo es la opción con mejor relación riesgo/beneficio a la mano del productor. Si no fuera la soja sería, el sorgo, el girasol, el maíz o el mijo.
¿Se solucionaba algo bajando la rentabilidad de la soja? Para nada. Se empeoraba la situación de aquellos productores que pudieron mantener parte de sus rodeos financiando las pérdidas de la ganadería con las ganancias de la soja.
Resumiendo: Ningún chacarero nace sojero. Sólo se hace para sobrevivir.
Habiendo charlado esto, cabe destacar que la situación actual no permite ser optimistas respecto a la recomposición del stock. La relación insumo-producto vuelve a estar complicada y no hay perspectivas de cambio en este sentido. La aparición de listas de precios en supermercados hace pensar que estos trasladarán cadena arriba cualquier aumento en los costos. Estando cerrada la exportación (como en los tiempos del difunto Néstor Carlos Kerner) nada impide que otra vez sea el productor el que banque la carne barata. Ya sabemos que son tiempos de reinterpretación del peronismo. Ahora la onda es “conquistar a la gran masa del pueblo, consumiendo el capital”. Claro que hoy la exportación está cerrada por otros temas. Básicamente por el atraso cambiario y las retenciones (a pesar de que los precios internacionales son muy buenos). Sumado a esto, cabe recordar que el año pasado terminó con amplias zonas inundadas y este año comienza con otras zonas en plena sequía. O sea, más insumos… justo cuando el precio no compensa el aumento de estos. Y dale que va.
Todo esto, puede ser bueno para los consumidores en el corto plazo. También para los políticos oficialistas. Recordemos que a ningún ejecutivo le gusta llegar a las elecciones con el asado y los choris caros. Nada nuevo. ¿Conocen la historia de los pollos de Mazzorín?
El problema será en el mediano plazo: ponele 2 o 3 años. Hasta que vuelva a bajar el volumen faenado y el precio pegue otro salto como el de 2009. La única forma de evitarlo, sería con un shock exportador (o sea que el consumidor de cortes Premium subsidie al consumidor de puchero). En el largo plazo el precio de la carne vacuna establece un techo para los precios de las demás carnes (pollo, chancho, chivo y cordero). En criollo: Doña Rosa le entra al pollo solo cuando percibe que le conviene más que el bife angosto. Diferencia de precios mata diversificación de la dieta.
Años de políticas de carne a precios bajos generaron que zonas en las cuales técnicamente sería indicable la explotación de cabras y ovejas, se dediquen a la ganadería vacuna. A ello se suman las distorsiones en los mercados granarios que permiten a los compradores locales pagar mucho menos que los exportadores. Como resultado, tenemos una ganadería vacuna que consiste en criar terneros en campos chiveros/ovejeros para engordarlos como cerdos en un feedlot y venderlos a precio competitivo contra el pollo. ¿La eficiencia? Bien, gracias.
Viendo que ya se los hice demasiado largo, dejo para una próxima oportunidad hablarles de los desiertos verdes, ocupación territorial, valor agregado, captura de mercados internacionales de alto valor, generación de empleo, soberanía alimentaria y calidad de alimentos.
Me voy a preparar el fuego para el asado.

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