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Supongamos que fuera el deseo
y la intención de todos los involucrados en la cadena de la carne, que
esta creciera. Al decir todos abarco desde los productores criadores,
hasta los consumidores, pasando por los industriales frigoríficos, los
engordadores, los proveedores de insumos, los trabajadores de toda la
cadena, los transportistas, los habitantes de los poblados del interior
profundo en los cuales la ganadería es una importante economía regional,
y el Estado en sus versiones nacional, provincial y municipal.
No parece en principio motivo por el cual alguien pudiera no
desearlo. Hasta podría agregar a todos aquellos preocupados por la
diversificación productiva y ecológica y aquellos preocupados por al
agregado de valor en origen de las materias primas.El crecimiento del negocio ganadero puede darse por dos vías, que no son mutuamente excluyentes: Por aumento de la cantidad de animales, o por aumento de los kilos que tiene cada animal faenado.
Por los datos preliminares publicados por el Senasa a marzo del 2012, el crecimiento por cantidad de animales estaría ocurriendo. Entre 2011 y 2012 el stock vacuno habría crecido un 4%. El interrogante es (…de confirmarse esto): ¿Qué pasará a futuro? Según datos publicados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), existen al menos cuatro indicadores que estarían marcando que esto podría cambiar en el futuro.
El primero es el aumento en las cabezas faenadas, un 5% entre 2011 y 2012. El segundo es que, a pesar de haber aumentado la faena un 5% (en cantidad de animales), la producción (en kilos de carne) solo aumentó un 3.6%. Esto implica que se están faenando animales más livianos. Lo cual va en contra de la segunda forma de crecimiento del negocio ganadero citada anteriormente: El crecimiento por mayor peso de faena. De hecho el peso promedio del peso al gancho bajó un 3% entre 2011 y 2012.
Este efecto puede darse por dos razones, ambas relacionadas con menores faenas de las categorías más pesadas: novillos y vacas.
Considerando que el volumen exportado fue un 14.2% menor en 2012 que en 2011, pasando de exportar un 11,24% a un 9.31% de lo faenado; podemos sospechar que el problema conviene comenzar a buscarlo por la faena de novillos.
La faena anual de novillos cayó entre 2011 y 2012 un 9.5%, tal como podía sospecharse al observar la merma en los volúmenes exportados.
En este mismo sentido, y para reforzar el indicador negativo, la faena no fue compensada con novillitos, sino con terneros (la categoría de machos con menor peso).
Recordando lo que decía hace un momento, es claro que no obtendremos crecimiento por la vía de aumentar los kilos faenados por animal, de este modo.
El tercer indicador negativo, es el aumento en faena de todas las categorías de hembras, o sea las potenciales futuras madres. El crecimiento en torno al 10 % de vacas y terneras, si bien es preocupante, lo es menos que el 17.5% de aumento en la faena de vaquillonas. Estas vaquillonas, son las terneras que no se faenaron durante el año pasado y quedaban para aumentar o renovar los planteles de cría.
A riesgo de ser repetitivo, insisto: No creceremos en kilos por animal faenado y, por lo dicho en el párrafo anterior, es posible que dejemos de crecer en cantidad de animales.
El cuarto indicador preocupante no proviene de los datos de faena, sino de los precios de la producción:
Según datos de AACREA, el precio promedio anual de los terneros se mantuvo casi sin cambio entre 2011 y 2012. Si consideramos que en este periodo la inflación fue aproximadamente 25%, para mantener el valor de compra de los criadores (algo fundamental si recordamos que deseamos que crezca el rodeo) el ternero debería valer 14.84 $ por kilo. De este modo el criador recibió en 2012, por kilo de ternero, un 2.89 % menos, en moneda constante, de lo que recibía en 2011. Esto es una merma en el ingreso real del 24.17%.
Peor es la situación de las otras dos categorías de venta de los criaderos: Las terneras perdieron entre 2011 y 2012 un 27.55% y las vacas un 33.18% haciendo los mismos cálculos que para los terneros.
Por todo lo dicho, podemos estimar que en el futuro el crecimiento del rodeo podría ser menor que el visto hasta el momento, contrariando los objetivos planteados en el primer párrafo de este texto.
En este contexto, la apertura irrestricta de exportaciones, eliminación de retenciones, cupos y demás trabas sería la forma de solucionar el problema de los menores pesos de faena y daría claras señales al mercado para reducir la faena de hembras.
Afortunadamente, el mercado internacional de la carne sigue sosteniendo precios históricamente altos, que podrían ser aprovechados de inmediato (y mientras el atraso cambiario no siga creciendo, claro está). Lo contrario, es esperar que el clima acompañe y el magro 9% de la faena que exportamos se convierta en 0% en un par de años, con el consiguiente perjuicio para todos los involucrados.
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