La vuelta de Argentina a los mercados mundiales de la carne impone cambiar el cristal con el cual desde acá observamos el mundo. Pertenecer al circo cárnico mundial implica someterse a los movimientos que en él ocurran.
Algunos sucesos, mientras nuestras exportaciones eran mínimas, no tenían mayor impacto en el negocio ganadero local. Si a tal o cual país le iba bien o mal económicamente, no nos afectaba gran cosa. Esto irá cambiando a medida que nuestras exportaciones crezcan. Mantener relaciones comerciales, implica tener cierto grado de preocupación sobre la salud económica de nuestros socios comerciales.
Es bastante conocida la alta correlación que existe entre consumo de carne y producto bruto geográfico a lo largo del tiempo y entre países. Es decir: A medida que un país se enriquece es esperable un crecimiento de su consumo de carne, del mismo modo que es esperable un mayor consumo de carne en un país rico que en un país pobre. Un ejemplo de esto puede ser Brasil, que en lo que va del siglo creció 257%, al tiempo que aumentó su consumo de carne bovina 28%.
Algo menos conocida es la relación positiva entre crecimiento económico mundial e importaciones de carne. Del mismo modo que el crecimiento económico aumenta el consumo de carnes, puede generar una demanda capaz de adquirir cantidades de carne superiores a la que sus países producen. Por lo general, las carnes importadas son más caras que las locales, como mínimo por el flete involucrado. Resulta de este modo claro que el proceso de importación puede ser incentivado por un mayor poder adquisitivo, propio del crecimiento en el PBI por ejemplo, y claramente limitado ante situaciones en las que la economía se encuentra estancada o achicándose. Para ver como es esto, podemos observar a Chile, que merced a su crecimiento del 200% del PBI en lo que va del siglo, aumentó sus importaciones de carne bovina 61%.
Una cuestión menos a veces ignorada es que los años en que crecen las importaciones de carne en el mundo, también crecen los precios unitarios de las mismas, o viceversa. En este caso no resulta evidente cual es la variable dependiente. Es posible que un producto de flete relativamente caro como la carne solo sea rentable exportarla cuando su precio unitario es alto. También es posible que el precio alto sea un reflejo de una demanda insatisfecha que incentive las importaciones de carne. Cualquiera sea la razón, en el último siglo solo durante 2 años bajaron las cantidades importadas respecto al año anterior, 2009 y 2015, y fue en estos dos mismos años cuando el precio de dichas importaciones bajó.
Teniendo en cuenta estos 3 factores resulta claro que a la argentina, como exportadora de carne, le conviene que a los países involucrados en el comercio mundial de carne les vaya bien económicamente. Veamos, por ejemplo, el caso de nuestros principales clientes. Nos conviene que les vaya muy bien a China, Rusia, Chile y la Unión Europea. Nos conviene porque si esto sucede comerán más carne, y ahora nosotros exportamos carne.
Afortunadamente, se espera que la economía de la UE siga recuperándose y la de Chile repunte. La mala noticia es que se espera que el próximo año la economía rusa caiga y la china crezca menos que estos últimos años.
Si bien no es uno de nuestros principales clientes, Brasil es uno de los exportadores más importantes. Se espera que su economía ande muy floja este año. Menor consumo interno de carne en Brasil puede convertirse fácilmente en mayores volúmenes exportados que pueden hacer bajar los precios internacionales.
La devaluación de la moneda de un país incentiva sus exportaciones y restringe sus importaciones. Se espera que Brasil siga devaluando el real y Rusia haga lo mismo con el rublo. En este sentido cabe esperar más ventas al exterior del tercer exportador mundial de carne vacuna, cuarto de carne porcina y primero de pollos; al tiempo que menos compras externas del tercer importador mundial de carne vacuna y sexto carne porcina.
Párrafo aparte para la guerra. La guerra es mala para el comercio mundial de carne. Rusia se pelea con Ucrania. La UE sanciona a Rusia y como consecuencia Rusia no le compra más carne a la UE. Rusia importa menos carne. La UE importa menos o le exporta a Egipto la carne que pensaba exportar a Rusia. Egipto nos compra también a nosotros. Egipto nos compra menos. La UE nos compra menos. Al final, todos somos más pobres.
También nos conviene que le vaya bien a los demás consumidores de modo que tengan entretenidos a nuestros competidores. Por ejemplo a Corea del sur, a quien no le vendemos nada pero le compra a Australia que es un gran exportador. Este país ha tenido un crecimiento de su PBI en lo que va del siglo que supera el 150%, mientras que su consumo de carne per cápita creció 30%. Afortunadamente, parece que este año su economía seguirá creciendo y a un ritmo mayor al del año pasado.
Además, debe considerarse la situación en que se encuentren los colegas productores de otros países. Buenos márgenes para la producción suelen traducirse en expansiones en el stock bovino. En cualquier tiempo y lugar la expansión en el rodeo bovino implica menor faena, en especial de hembras, y por ende menor producción de carne. Al menguar la producción de carne, manteniéndose la demanda constante, es lógico esperar mayores precios. Estos mayores precios locales siempre suelen conducir a menores exportaciones y de este modo a mayores precios internacionales, que Argentina está ahora en condiciones de aprovechar. Este es el caso de los “farmers” de USA y Australia de cara al 2016.
Como les decía al comienzo: Ahora nos conviene que les vaya bien a todos.
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